Según las creencias de los Muiscas del Cacicato de los Zaques, al principio del mundo todo se encontraba en completa oscuridad y solamente existían dos Zaques: El cacique de Sogamoso o Iraka, y su sobrino, el cacique de Ramiriquí. Para poblar la tierra determinaron hacer todas las personas. A los hombres de tierra amarilla y a las mujeres de hierbas y tallos huecos y verdes.
Como todo el universo era oscuridad, el cacique de Sogamoso ordenó a su sobrino Ramiriquí que subiera al cielo y se convirtiera en el sol para alumbrar al mundo, lo cual hizo. Sin embargo, como era luz no bastaba para alumbrar la noche, el mismo cacique Sogamoso se convirtió en luna. Desde entonces los indígenas de estas regiones adoraban al sol y a la luna y realizan anualmente sus conmemoraciones rituales.
Como un recuerdo a la creación del sol y de la luna por los caciques de Iraka y Ramiriquí, los chibchas celebraban en Sogamoso la llamada Fiesta de HUAN, la cual se hacía el último mes del año. En dicha fiesta salían doce indios vestidos de colorado con guirnaldas de plumas vistosas y pequeños pájaros, capitaneados por un indígena vestido de azul. Todos cantaban y recordaban “Como todos ellos eran mortales y se habrían de convertir en ceniza, sin saber el fin que habrían de tener sus almas”. Sus cantos eran tristes y conmovedores.
El mito de los dioses creadores hizo de Ramiriquí y del Cacicato de los Zaques de Tunja la zona chibcha de mayor adoración al sol. En la sucesión del Cacicato del Zaque de Tunja, su heredero no era el hijo mayor, sino su sobrino, hijo de la hermana mayor de Ramiriquí.
El cronista Fray Pedro Simón, en su obra Noticias Historiales, describe el mito de los caciques creadores según las tradiciones en el Cacicato de los Zaques de Tunja:
“Cuando amaneció y había cielo y tierra y todo lo demás de ellos y de ella, fuera del sol y la luna, y que así todo estaba en oscuridades en las cuales no había más personas que el cacique de Sogamoso y el de Ramiriquí o Tunja (porque en estos dos pueblos nunca hubo más que un cacique o señor y fue el que lo era de toda la provincia). Estos dos caciques dicen que hicieron a todas las personas, a los hombres de tierra amarilla y a las mujeres de una hierba alta que tiene un tronco hueco. Estaban todavía las tierras en tinieblas imparables los mando el cacique de Sogamoso al de Ramiriquí que era su sobrino, se subiese al cielo y alumbrase al mundo hecho sol, como lo hizo, pero viendo qué no era bastante para alumbrar la noche, subióse el mismo Sogamoso al cielo e hízose luna con que quedó la noche clara....
Esto, según se cuenta sucedió por el mes de diciembre y así en recuerdo y memoria de este suceso hacían los indios de esta provincia, en especial los sogamosos, en este mes, una fiesta que llamaban HUAN, en la que después de estar juntos, salían vestidos todos de colorado con guirnaldas y chasines que cada una de ellas se remataba con una cruz y hacia el frente llevaba un pájaro pequeño. En medio de estos dos en de librea esta otro que tenía azul y todos estos juntos cantaban con su lengua cómo todos ellos eran mortales y se habrían de convertir los cuerpos en ceniza, sin saber el fin en que había de tener sus almas".
Texto de: Javier Ocampo López
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