Según las creencias Chibchas, Chiminigagua o Chiminichagua, es el ser Supremo, omnipotente y creador del mundo. Una divinidad bondadosa y universal, la única luz que existía cuando todo era de noche. En el principio del mundo todo estaba en tinieblas, solamente reinaba la luz de Chiminigagua. Cuando el Dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras y las lanzó al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente, con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo.
En el proceso de la creación de todo lo existente en el universo Chiminigagua señaló la importancia de adorar al sol o Suhá y a su mujer y compañera Chía, o la luna. La adoración al sol y a la luna, para los chibchas era la adoración a Chiminigagua el ser supremo.
Esta relación entre la creencia en Chiminigagua y el culto al sol existió en otros pueblos indígenas americanos. El ser supremo para los Aztecas Tloque Nahnque, el dios creador de todas las cosas, quién para la expresión del culto era el sol. Para los Incas, Viracocha es el dios supremo, quien creó todas las cosas del universo y su culto también está relacionado con el sol.
En la mayor parte de los pueblos del mundo, el sol ha sido objeto de culto y veneración y en general se encuentra en todas las mitologías. Entre los egipcios, los principales dioses solares fueron Horus, Ra y Atón; entre los persas Mitra; entre los pueblos mesopotámicos Samas; entre los Griegos y Romanos Helios y en la India Surya. Entre los aztecas el dios Quetzalcoátl representaba el sol naciente y Huitzilopochtli el sol brillante en su cenit; entre los pueblos Mayas el símbolo del sol era el dios Kinich Ahau, y entre los Incas el dios Inti, símbolo del sol, fue el fundador de la dinastía de los incas.
Los Chibchas dedicaron varios templos a la adoración del sol. Los más importantes fueron construidos en Sogamoso “La Roma de los Chibchas”, Guatavita, Bogotá y Guachetá. En Tunja el Zaque Goranchacha construyó el templo al sol y en su honor los Hunzas dedicaron los célebres “Cojines del Zaque”, que son dos piedras en forma circulas talladas en la misma roca, todos los días, en las horas de la madrugada, el Zaque de Tunja, con los sacerdotes y numerosos indígenas, se concentraban para adorar al sol y esperar su salida por el oriente. El Zaque se arrodillaba en los cojines y oraba al sol en común unión con los jeques y sacerdotes y con las gentes devotas del astro-rey. Los indígenas oraban, cantaban, danzaban y en algunas oportunidades hacían los sacrificios de los Moxas que eran niños de 12 años a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada al sol.
Para los Chibchas y en general para los indígenas americanos, el sol era considerado como benefactor del hombre y dispensador de la fecundidad de la tierra. Los aborígenes americanos consagraron sus templos principales y adoratorios al sol e hicieron sacrificios humanos en su honor.
Chiminigagua era un dios estático y sin figura corporal que estaba por encima de todas las deidades, pero a quien no se le rendía culto directamente, como a los dioses tutelares y protectores. Este culto se le rindió al sol, el dios de la luz y de la fertilidad de la tierra, por ello, algunos cronistas hablan del sol como el dios Chibcha creador del universo; y de la misma forma, hablaron de los españoles que llegaron a América como “Hijos del Sol”.
Texto de: Javier Ocampo López
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