Pacanchique y La Bella Azay

Pacanchique, hijo del cacique Baganique de las tierras de Ramiriquí, tuvo sus amores ciegos con la bella Azay, considerada la más linda flor en todos los contornos Muiscas. En la vida de la familia muisca, el noviazgo tenía mucha importancia, pues era la etapa de afianzamiento del amor de una pareja. Inclusive, se consideraba muy importante, "El amaño", antes de consolidar el matrimonio. 

El Cacicato de Ramiriquí tenía sus relaciones de dominación y de tributo con el Zaque de Tunja, quien era el gran cacique con sus dominios hasta Somondoco. En determinadas fiestas, todos los caciques tributarios y jeques se reunían en el cercado de Quimuinza para adorar el sol y hacer la peregrinación al templo de Goranchacha, cerca del pozo de Hunzahúa; asimismo, para hacer los sacrificios de los Moxas, niños de doce años, en los Cojines del Zaque, al son de flautas, ocarinas y tambores.

El Zaque Quemuenchatocha congregó a todos los caciques, u Zaques o indígenas en general, a las fiestas de las siembras y las de los rituales ceremoniales en homenaje al Sol, en Tunja la capital. Por el camino de Soracá descendió la corte de Baganique, Pacanchique, su prometida Azay y numerosos indígenas de las tierras de Ramiriquí. Como todos los demás caciques e indígenas de las regiones tributarias de Tunja, iban en grandes grupos para adorar al sol.

Las ceremonias se iniciaron al amanecer para recibir al astro rey por el Oriente. Con muchas oraciones, cantos, danzas rituales y música sagrada, el Zaque Quemuenchatocha se arrodilló en los Cojines sagrados y saludó al sol en su nuevo día. Se hicieron las ceremonias del sacrificio de los Moxas, el ritual por medio del cual se sacaba el corazón a niños de doce años o "Moxas" y se bebía su sangre, como un homenaje al sol. 

Cuando estaban en las ceremonias rituales en los Cojines del Zaque, Quemuenchatocha vio a la bella Azay en medio de la concurrencia que asistía a la ceremonia. De inmediato al anciano Zaque la flechó con ímpetu sensual, y ordenó a uno de sus súbditos que la llevara esa noche al lecho nupcial en el gran bohío del Zaque. Azay había sido escogida por el Zaque, y de acuerdo con las creencias Muiscas, ese era un inmenso honor que le dispensaban los dioses.

La tristeza de Pacanchique fue inmensa ante el sacrificio de su amada Azay.  Sin embargo, ante los reclamos que hizo el cacique Baganique, su padre, éste ordenó que en forma secreta le hicieran tomar en un brebaje, la planta adormidera a la bella Azay. Aparentemente ella quedaría muerta, y así la podrían recuperar del bohío del Zaque. Con otra planta, obtenida en el pantano de Soracá, la revivirían después y de nuevo quedaría en brazos de Pacanchique.

El hijo de Baganique, agazapado, cruzó el triple cercado del bohío del Zaque, y llegó hasta donde su amada, que lloraba sin consuelo. Le dio el narcótico y la adormeció. Por ello, cuando entró el Zaque a sus aposentos, encontró muerta a la bella Azay. A pesar de sus esfuerzos y de los jeques curanderos, no fue posible revivirla, por lo cual, la devolvió en andas al pueblo de Baganique. Era una linda difunta que regresaba a su lugar de origen, en una procesión triste y fúnebre. El cacique Baganique los esperaba en el pantano de Soracá, que era el lugar en donde cultivaban los indios sus plantas medicinales y narcóticas. Una planta misteriosa, con un fuerte olor le devolvió la fuerza vital a la bella Azay, quien despertó con la alegría del amor.

Cuando estaban en Ramiriquí en la celebración del regreso de la bella Azay, llegaron los guechas, soldados de Quemuenchatocha y se tomaron militarmente el pueblo del Cacicato de Baganique. El Zaque quería venganza, recuperación de la doncella y dar un ejemplar castigo a los raptores. Pacanchique huyó, pero Azay y el cacique Baganique, fueron atados como criminales y llevados a la presencia del Zaque. Fueron inútiles todas las protestas y vanas las apelaciones a la amistad de los viejos amigos Quemuenchatocha y Baganique. El Zaque determinó el castigo de la horca para el cacique Baganique y para la bella Azay, en la Loma de los Ahorcados, hoy Alto de San Lázaro en Tunja.

Mientras ello ocurría, llegaron a las tierras del Cacicato del Zaque, los conquistadores españoles al mando del Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada. En el caserío de Ciénega, un indio joven les ofreció entregar todo el oro que quisieran y la persona del cruel Quemuenchatocha. Era Pacanchique que así se vengaba de lo que hicieron los Hunzas con la vida de su padre Baganique y de su amada Azay.

El indio Pacanchique condujo a los españoles a Hunza y les señaló el camino para llegar al bohío del Zaque. Les señaló también el camino para llegar a las tierras de Tundama y el lugar del Templo del Sol en Sogamoso.

Su venganza contra Quemuenchatocha fue grande, pues Pacanchique tenía grandes heridas en su corazón, después del ajusticiamiento de su padre y de su amada. Murió en la batalla de Bonza, cuando un español le clavó una lanza por las espaldas. Pacanchique había ayudado a los españoles, como venganza, para la conquista hispánica de los cacicazgos de Tunja, Tundama y Sogamoso. Era la tristeza del recuerdo de su padre Baganique y de su prometida la bella Azay, quienes murieron en la Loma de los Ahorcados.

 

Texto de: Javier Ocampo López