Casa Museo Del Fundador

y la Academia Boyacense de Historia. En esta joya arquitectónica, la más característica de las residencias particulares del siglo XVI, se concentra la historia privada de la aristocracia tunjana desde los años de la fundación hispánica de Tunja. 

Es la única Casa de Fundador que existe en Hispanoamérica, construida por él mismo en donde vivió, murió y continuó como residencia familiar de sus hijos. Esta mansión colonial fue centro de trascendentales actividades en los siglos do la Colonia, y luego en la Independencia y la República.

EL FUNDADOR DE TUNJA: El Capitán Gonzalo Suárez Rendón era natural de Málaga (España), procedente de familia aristócrata de hidalgos. Hijo legítimo de Don Rodrigo Suárez Rendón y de Doña Isabel Jiménez do Suárez, naturales de Jerez de La Frontera y vecinos de Málaga. Como militar español estuvo en las campañas contra los franceses y recorrió en servicio las

tierras alemanas, italianas y húngaras; combatió contra Solimán I y encabezó la expedición contra el pirata Barbarroja que se había apoderado de Túnez y a quien venció. En 1535 se vinculó a la expedición de Pedro Fernández de Lugo, nombrado Gobernador de Santa Marta, quien organizó la expedición conquistadora al interior del País, comandada por el Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada. A esta empresa colonizadora se vinculó Suárez Rondón en su condición de Capitán y participó en el descubrimiento y conquista hispánica del Altiplano Cundiboyacense.

LA FUNDACIÓN HISPÁNICA DE TUNJA: El Conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada antes de partir a España en 1539, nombró a Don Gonzalo Suárez Rondón como "Capitán y Justicia Mayor" de la ciudad de Tunja y provincia de ella, y le encomendó la posesión y fundación de la nueva ciudad, mediante orden expedida el 10 de mayo de 1539.

Sóbrelas bases urbanas de la legendaria HUNZA capital de los Zaques, el Capitán Gonzalo Suárez Rendón hizo la fundación hispánica de TUNJ A el 6 de agosto de 1539. Se nombraron los alcaldes y regidores del Cabildo municipal, el escribano Domingo de Aguirre y se señalaron los lugares para la construcción urbanística de la ciudad: La plaza principal, el templo mayor, el

solar para la Casa del Fundador y los solares para los fundadores y primeros pobladores de la naciente ciudad.

CONSTRUCCIÓN DE LA CASA DEL FUNDADOR: En el solar que se señaló para la Casa del Fundador existía el bohío en donde fijó su residencia el Capitán Gonzalo Suárez Rondón. Allí se reunió el Cabildo de Tunja por primera vez, el 7 de agosto de 1539 y los días 11,14, 16 y 18 de agosto para tratar los problemas de la naciente ciudad. En las sesiones del 18 de agosto y 31 de diciembre se asignaron al Fundador los dos solares ubicados junto al templo y cerca del asignado al Cura Vicente de Requejada, a continuación de "La Atarazana".

En los mediados del siglo XVI se edificó la Casa del Fundador con constructores españoles e indígenas de sus posesiones en la encomienda de Icabuco quecra la más grande del Nuevo Reino de Granada, con 3.0ÜO indígenas. Ya para 1562 la mansión estaba bastante adelantada según las crónicas indianas.

EL MATRIMONIO DEL FUNDADOR: El Capitán Gonzalo Suárez Rondón se casó en el año de 1563 con Doña Mencía de Figueroa y Godoy, de noble estirpe, quien llegó al Nuevo Reino de Granada al lado de su madre y de su pariente Don Luis Manjarrés, Gobernador de Santa Marta. Doña Mencía era hija de Don Álvaro Suárez de Figueroa y de Doña Inés de Godoy, hidalgos de la Baja Aristocracia Española.

Los hijos del Capitán Suárez Rondón y Doña Mencía fueron: Don Miguel Suárez, Nicolás, María de la Trinidad o Isabel. Después de la muerte de Don Gonzalo, en 1583, su esposa Doña Mencía se casó en segundas nupcias con don Juan Núñcz de la Cerda en 1585.

En la Casa del Fundador se alojaban los principales personajes españoles que llagaban a Tunja; allí llegaron los conquistadores Jerónimo de Lebrón, Don Alonso Luis de Lugo, Hernán Pérez de Quesada y Don Pedro de Ursúa. Allí se ubicó también el despacho principal del Nuevo Reino de Granada, cuando el Capitán Suárez Rondón ejerció dos veces el gobierno supremo por ausencia de Jiménez de Quesada y de Hernán Pérez.

EL ESTILO ARQUITECTÓNICO DE LA CASA DEL FUNDADOR: Esta mansión colonial presenta el sello castellano característico de la arquitectura civil tunjaua. Hacia 1570 so consideraba como una de las más lujosas casas del Nuevo Reino de Granada; según el conquistador Luis Lancheros, la decoración con mármoles y capiteles de esta casa era reflejo del lujo renacentista, aun cuando sin gran exceso, ni notorias comodidades.

La Casa del Fundador es una mansión colonial de dos pisos, con un patio central claustrado en dos de sus lados, formando una "ele" abierta hacia la vista del valle de Tunja, cuya panorámica se divisa desde las galerías de la segunda planta. Las galerías bajas tienen arcos sobre columnas de piedra, y en el piso superior, arquitrabes de madera sobre zapatas de más proyección que descansan en columnas de fuste corto y estriado. Según el historiador del arte, Marco Dorta, la influencia mudéjar andaluza se manifiesta en los alfices que encuadran los arcos. Una de las bellezas de la mansión es la amplia escalera claustral que da acceso a la planta alta y la cual arranca de un ángulo del patio.

La segunda planta de la Casa del Fundador era la más importante para la familia. Allí se localizaban los dormitorios de la familia del Fundador; el salón social lujosamente adornado con paños finos de pared y unos escudos en ellos, y los cuatro estandartes del Capitán Suárez Rondón como recuerdo de sus campanas y conquistas: El blanco con rayas azules y una cruz colorada, que trajo cuando fundó la ciudad de Tunja; el de damasco carmesí que llevaba cuando ejerció el cargo de Justicia Mayor del Reino en nombre de Su Majestad; el de damasco azul que alzó para la Jura de Felipe II y otro de damasco carmesí que llevó a la campaña que organizó contra el Tirano Aguirre. En el salón principal tenía también pinturas manieristas en la techumbre, algunos cuadros con amplios marcos de tallas doradas y con temas religiosos, mesa renacentista en el centro y algunos sillones de los llamados "fraileros".

El dormitorio principal tenía una cama de madera con pabellón de goteras, un pequeño reclinatorio frente a un cuadro de devoción, dos arcones de madera claveteada para ropa y algunas sillas de madera y cuero. En el salón del oratorio se rezaba el rosario con numerosa servidumbre a la caída de la tarde. El comedor tenía una mesa principal y varias sillas de cuero repujado; una alacena o escaparate para guardar la vajilla con varias piezas de plata. También se ubicaban el costurero, la cocina y demás lugares para la familia. El segundo piso se caracteriza también por los más bellos y amplios corredores, muy propios de las casas coloniales.

En el primer piso se localizaba la servidumbre y era el lugar para el depósito de los productos de subsistencia familiar: Trigo, maíz, papas, quesos, frutos y otros productos que venían de Icabuco. En los amplios solares y pesebreras, el Fundador tenía sus caballos de raza y los materiales para la construcción de las casas y tiendas en Icabuco y otras regiones de la provincia de Tunja. Al fondo del patio con arquería, se encontraban las cuadras para los caballos y la pieza en donde se guardaban los arreos y adornos a la morisca para enjaezar las cabalgaduras.

 En el zaguán o vestíbulo que sirve de entrada a la casa, inmediato al pórtico que da hacia la plaza, el Fundador acostumbraba colocar algunos elementos militares en las paredes: Cuatro espadas y un alfanje morisco, dos dagas, cota de malla, guante de malla, una adarga, una rodela, cuatro lanzas y dos lanzones.

Los muebles de la Casa del Fundador eran característicos del siglo XVI con diseños castellanos y andaluces de tipo renacentista.  Eran austeros, con madera sin pintar y cuero repujado. Eran característicos de la época: Los sillones fraileros, los escabeles o taburetes, los arcones para guardar ropa, los bargueños o escritorios con numerosos cajoncitos y gavetas muy decoradas y algunas con secretos; también las mesas renacentistas.

El frente de la Casa del Fundador da hacia la plaza principal. Se caracteriza por su pórtico renacentista y por sus amplias ventanas; y según un grabado del siglo XVII, con balcones corridos.

EL MANIERISMO EN LA CASA DEL FUNDADOR: En los artesonados del salón principal y del salón contiguo existen figuras  de animales de varias  especies, flores, árboles, cornucopias con frutos y otros elementos y símbolos propios del Manierismo. Esta corriente  artística, entre el Renacimiento y el Barroco se originó en Italia y se difundió en Europa y el Mundo en la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII.

Los Manieristas se dedicaron a las pinturas de los techos y recibieron la influencia de Miguel Ángel; ellos buscaron la expresividad y se complacieron con lo insólito, lo desconcertante, artificioso y exótico: Pintaron seres mitológicos, animales simbólicos, plantas exóticas, seres monstruosos y vegetales.

El Manierismo se presenta en la Casa del Fundador con pinturas al temple sobre pañetes de yeso. Algunos dibujos siguieron el modelo de ilustraciones impresas que por entonces se divulgaron en el mundo hispanoamericano: Elefantes del pintor flamenco Giovanni Stradanus, genios alados de Marc Duval, figuras de la mitología greco-romana y entre ellas, los dioses Júpiter, Minerva y Diana, mezclados con animales exóticos: Rinocerontes, elefantes, caballos y otras figuras zoomorfas y antropomorfas.

Las pinturas manieristas délos techos fueron realizadas en los años del segundo matrimonio de Dona Mencía de Figueroa con Don Juan Núñez de la Cerda. Se encuentra el escudo de armas de la familia Núñez, un escudo circular y cuartelado con una flor de lis y un león rampante en medio de los cuarteles. En otro escudo aparecen los símbolos de alianza y matrimonio del Capitán Miguel Suárez, hijo mayor de Don Gonzalo, quien se casó con Doña Beatriz de Alencastro; en el cuartel de honor se ven dos torres de piedra y saliendo del homenaje de cada una, un águila de sable que eran las principales armas de Suárez Rondón, y en el segundo cuartel, seis rocíes puestos de dos en dos, que son las armas de los Castro.

Entre los animales pintados en las techumbres, aparece el mono, símbolo de lo artificial; el venado, animal propio de la región cundiboyacense y característico de las cacerías; el elefante, símbolo de la mansedumbre, la fuerza y la templanza; el rinoceronte, símbolo de la fuerza y el poder del dueño de casa. También se presentan monos, tigrillos, ciervos, jirafas, camellos, caballos, toros y árboles diversos. No aparece el escudo de Suárez Rondón y se encuentra una cacería del ciervo a cargo de un lancero del siglo XVII. Estas pinturas fueron escondidas hasta el año 1964 por un cielo raso construido en el siglo XIX; la restauración se hizo entre este año y 1969.

LA CASA DEL FUNDADOR EN LOS SIGLOS XIX Y XX: Perteneció a ilustres familias tradicionales de Tunja; en el siglo XIX a las familias Mendoza Márquez y Mendoza Pérez, y en el XX a la familia Lagos Mendoza. Allí nació en 1857 el Doctor Diego Mendoza Pérez, jurisconsulto, educador, político y diplomático, quien fue el Restaurador de la Universidad Externado de Colombia y Presidente de la Academia Colombiana de Historia; autor de numerosas obras.

Mediante el Decreto No.  1998 del 8 de julio de 1946, la Casa del Fundador se declaró Monumento Nacional y mediante la Ley 74 de diciembre 6 de 1948 se dispuso la adquisición de la Casa del Fundador de Tunja para su conservación e instalación de un Museo Histórico, el Archivo Histórico de Tunja y las Oficinas de la Academia Boyacense de Historia. En 1968 se adquirió la casa con la colaboración de la Gobernación, el comercio, la banca y la ciudadanía. La reconstrucción la hicieron los arquitectos Carlos Arbeláez Camacho y Jaime Macías Mora; la restauración de los frescos que adornan los artesonados la hicieron los técnicos españoles Arturo Díaz Martos y José María Cabrera Garrido. La Casa fue entregada en comodato a la Corporación Nacional de Turismo para sus actividades propias y para la conservación y mantenimiento de esta joya arquitectónica, única en su género en Hispanoamérica.

Texto de: Javier Ocampo López.

Presidente Academia Boyacense de Historia