Paredón De Los Mártires

En este sitio, en el costado norte del Parque del Bosque de la República, actualmente se encuentra la inscripción del Ilustre José Cayetano Vázquez "Eternamente vive quien muere por la patria". El muro en adobe es protegido de la humedad por medio de una pared de cristal. Se dice que los hechos sucedieron un día de mercado en el cual se celebró un desfile popular que cruzó por la iglesia de San Laureano llevando consigo a los mártires que fueron obligados a arrodillarse para recibir la absolución. Sus restos mortales fueron enterrados en una fosa común en la iglesia de San Laureano y posteriormente llevados a la Catedral de Tunja.

El régimen del terror condujo al paredón de fusilamiento a connotadas figuras boyacenses como José Juaquín Camacho, José Cayetano Vásquez y Juan Nepomuceno Niño, entre otros, quienes se convirtieron en los líderes patriotas que motivaron a las masas populares a adelantar un sacudón del yugo español que venía pesando desde hacía 300 años.

El martirologio que desde entonces y hasta nuestros días se ha venido registrando es interminable como las causas que se presentan para que los hombres y mujeres ofrenden sus vidas para defender un ideal y unos principios que solo se quebrantan con el fin de sus vidas.

En el mencionado paredón de tapia pisada, enmarcado con vidrio templado el cual protege la memoria de los 19 Mártires. Allí, en losa fría, reposan sus nombres de sus mártires. Después de ese proceso histórico decimonónico y durante el cual se vivieron intensas y fratricidas guerras civiles, quedo la herencia del terror y el miedo para el siglo XX. Así, en la época denominada de la violencia, es decir a partir de mediados del presente siglo se vivió en Boyacá y en general en todo el país, la más horrenda de las luchas partidistas que llevaron a la muerte a muchos simpatizantes de los partidos tradicionales y de los cuales no se guarda ningún recuerdo no se levanto monumento alguno, porque para ese entonces, aún después de la muerte, se odiaba a quien había caído envuelto en la bandera política de su convicción o quizás tradición.

Esos mártires del anonimato, al igual que los héroes y heroínas notables, se le recuerda siempre, pues ofrendaron sus vidas y derramaron su sangre en defensa de sus principios filosóficos e ideológicos como muestra de la firmeza de su carácter y la solidez de sus razones.

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