En el Templo y Convento de San Francisco existía también la leyenda según la cual salía un sacerdote misterioso con casulla roja y con vaso sagrado para decir misa en la madrugada. Durante muchos años los legos franciscanos no iban al toque de las ánimas por miedo al espanto, hasta cuando uno de ellos se atrevió a ir al altar misterioso, quien según los franciscanos era un alma en pena y solicitaba oraciones para su salvación.
Texto de: Javier Ocampo López