También es recordado por los tunjanos de antaño. Según las tradiciones, aparece como un ser infernal con un inmenso sombrero que corre por los caminos de las veredas y las calles de Tunja, con paso ligero. Persigue a los jovencitos y a los borrachos y le gusta hacer correr a las gentes; cuando pasa, deja fuertes vientos y huracanes.
Texto de: Javier Ocampo López