Tomagatha El Cacique Rabón

Los problemas personales de Tomagatha se profundizaron también cuando se dio cuenta que no tenía potencia masculina para el acto sexual y que era estéril. Cuando quiso casarse con una bella india de Hunza, sintió vergüenza cuando ella se horrorizó al verle su fealdad, y con sus lindos labios hizo una mueca de asco. Ello fue definitivo para que Tomagatha nunca pensara en tomar mujer.

Como las gentes de Hunza se mofaban de su Zaque, a quien en secreto lo llamaban el Cacique rabón, los dioses le dieron el poder de convertir a los hombres en bestias de acuerdo con su voluntad. A los vasallos que lo miraban con irrespeto y de frente, los volvía animales; por ello los Hunzas no se atrevían a mirar al Cacique rabón, a quien temían por sus excentricidades y fanatismo religioso. Desde entonces los Chibchas no se atrevían a mirar el rostro de los caciques.

En su vida cotidiana, Tomagatha era un santo, pues viajaba todas las noches entre Tunja y el Templo del Sol en Sogamoso, en el Valle de Iraka. Caminaba en peregrinación, yendo y volviendo diez veces en cada noche, y rezaba en los adoratorios que encontraba por el camino. Las tradiciones chibchas contaban que Tomagatha convertía en serpiente, lagarto u otro animal a quien lo enojara mofándose por su fealdad y aspecto exótico con cola de león.

El Zaque Tomagatha tuvo una duración de muchos años; toda su vida la vivió en celibato. En más de cien años de su gobierno en el Cacicato de Tunja, los chibchas aprendieron a temerle y a respetarle su fealdad. Nunca más le llamaron el cacique rabón, pues sabían el poder que le diera el dios Súa.

Cuando murió Tomagatha le sucedió su hermano, Tutazúa que se convirtió en el nuevo Zaque del Cacicato de Tunja. En lengua chibcha, Tutazúa significa "Hijo del Sol".

Texto de: Javier Ocampo López

 

Tunja y su pasado colonial glorioso, es la ciudad en la que don Juan de Castellanos escribió las célebres "Elegías de varones ilustres de Indias", cuenta con un enorme potencial cultural que vale la pena conocer. Caminar por las calles de Tunja significa hacer un recorrido en el que edificios coloniales y monumentos reflejan la importancia que esta ciudad ha tenido en la historia de Colombia. Frescos, retablos y pinturas se conservan como tesoros del arte colonial en templos, capillas y conventos, en tanto que museos de diversas clases se dedican a la ciencia y a la antropología, entre muchos temas.  

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