El Zaque Hunzahúa, el fundador del pueblo de Hunza, vivía en un Cacicato Chibcha que tenía fama por sus grandes riquezas y por su poderío militar… ese cacique residía con su madre, Faravita, y con su hermana, Noncetá, en un inmenso bohío en el cercado de Quimuinza.  Era tan bella esta mansión, que en sus puertas colgaban láminas y piezas de oro con figuras humanas y de animales, las cuales cuando eran rozadas por el viento, hacían una musicalidad armoniosa que era un verdadero deleite para sus súbditos “los Hunzas”. 

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Entre los chibchas existió la creencia en la diosa Huitaca, la mujer que se opuso las enseñanzas de Bochita. Era una mujer hermosa y de grandes resplandores que predicaba la necesidad de una vida ancha, alegre, llena de juegos, placeres y borracheras. Algunos cronistas afirman que Huitaca, llamada también Xubchasgagua, era la misma Bachué, madre de los chibchas mujer, rebelde ante el patriarcado representado en Bochita. El mito de Huitaca también está relacionado con el culto a la luna a la diosa Chía, llamada por algunos indígenas Yubecaiguaya.

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La ciudad de Tunja es un lugar de Mitos Indígenas, Leyendas y Espantos. Algunos como los indígenas, son de larga duración en el Cacicato del Zaque de Tunja; son mitos Chibchas o Muiscas del Altiplano Cundíboyacense.  Otros, como los hispano-coloniales se manifiestan en leyendas y espantos en los templos, conventos, mansiones coloniales y calles solitarias y oscuras de las noches tunjanas.

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